[name=Patricia Plaza] [description=Libertad | Amor | Revolución ] [img=https://2.bp.blogspot.com/-lZmSPJ4ElOc/TqWyVI6_brI/AAAAAAAAE3c/IIvrZ05K1bk3qwooHKI5qJFaI24gzwIPQCPcB/w1200-h630-p-k-nu/IMG_2220.JPG]



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¡Bienvenida a Bolivia!

Madrugamos para embarcarnos en una nueva aventura: 3 días en jeep por el sur de Bolivia, atravesando valles desérticos, lagunas, volcanes... hasta el Salar de Uyuni.

Tras la frontera chilena, el mini bus se detiene en un lugar dónde nos espera el jeep que nos llevará hasta Bolivia. Diviso una casa de adobe de una sóla planta, con tejado de placas de uralita con piedras y neumáticos arriba, con sus ventanas decoradas con muchas pegatinas. "Uy, que bien, un bar para hacer un café" - pienso.



Entro.


La sala está decorada con guirnaldas y otros detalles carnavalescos, pero en las paredes sólo hay fotos de Evo Morales... Mmm... Dos mesas y un señor más o menos uniformado que me dice: "Señorita, pasaporte!". Una oficina de Inmigración que parece un bar en mitad de la nada! ¡Bienvenida a Bolivia!

Comienza la aventura. 2 alemanas, 2 francesas, María mi compañera holandesa de litera en Atacama y yo. Buen feeling. Un jeep súper antiguo para 5 pero donde nos metemos 6. El conductor, Martin, es bastante parco en palabras pero muy majete y su insufrible cumbia boliviana suena a todo volumen. La carretera al poco de salir del Bar-Centro de Inmigración desaparece para siempre jamás para dar paso a varias pistas a elegir o improvisar creando una nueva.


Desde la sucia ventanilla me pierdo en la inmensidad del paisaje sin ningún signo de civilización y con esporádicos avistamientos de vicuñas que dan un toque de vida al trayecto hasta llegar a la Laguna Verde y la Blanca, donde orgullosos y rosados flamingos posan erguidos antes de emprender el vuelo.


También vimos géisers de camino a la Laguna Colorada, donde pasamos la noche en un refugio a 4.200m, super básico, sin electricidad y con un baño para 18, y probamos la infusión de coca que funciona perfecta para evitar el mal de altura.


Al día siguiente después de ver el amanecer en la laguna y desayunar algo, nos pusimos en marcha. Paramos a ver unas curiosas formaciones de piedra, la del arbol, la del indio,...


Un día lleno de contratiempos. Pinchamos dos veces esa mañana y otro coche tuvo que dejarnos su rueda de repuesto. Nos paran en un rutinario control policial salido de la nada y nos retienen una hora hasta que conseguimos sobronarlos con 300 bolivianos porque Martín, que no sabe mentir, confiesa que no tiene carnet de conducir. Juas!

Nos acercamos a ver el volcán Ollagüe, el más alto de Bolivia y de allí fuimos bajando hacia las lagunas: Cañapa, Honda y Hedionda, donde pudimos ver más flamencos y deleitarnos con los olores de la laguna Hedionda. Buagh! La presencia de llamas desde este punto se convierte en algo habitual.



Llegamos casi de noche al refugio, éste a menor altura y con electricidad. Dormí poco y mal por los nervios al estar a pocas horas de visitar el Salar de Uyuni y hacer realidad otro de mis sueños.

Lo imaginaba impresionante pero fue más espectacular aún. Las lluvias de las últimas semanas habían dejado unos centímetros de agua en la superficie, lo que hacía que el efecto espejo se multiplicara.

La luz es resplandeciente, la blancura de la sal bajo el agua te deja ciega y la extensión del salar se intuye porque el horizonte es infinito.

No sé qué ISO poner en la cámara!


Espectacular.


Después de un día perfecto llegamos finalmente a Uyuni, un pueblucho sucio y sin encanto, con ganas de pasear por sus mercados, conocer su forma de vida y empezar a familiarizarse con la gente de aquí que es tan carcaterística: sus vestimentas, sus desconfiadas miradas y su tierna sonrisa.




Y empezar a adaptarnos a su gastronomía monótona que consiste en pollo con arroz, carne de llama con arroz o pollo con arroz... Menos mal que tienen una delicosa cerveza artesanal de quinoa que ameniza las comidas.

Que buenas sensaciones me transmite este país. Necesitaba un punto humano radicalmente diferente de arraigadas costumbres y cultura que sumara a un paisaje maravilloso, diferente y alucinante. Esto de momento no lo había encontrado en Chile y en Argentina solamente en el norte. He visto poco y ya puedo decir que adoro este país.

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