CAMBOYA
Sal y pimienta
Sihanoukville, es una mezcla de tranquilas playas, aguas cristalinas e islas perdidas, así que os podéis imaginar, todo el día disfrutando del arte de no hacer nada. Arena blanca, lectura, una piña, mejor dos, chapuzones, peces de colores, cervecita fresquita, gambas y barracuda a la plancha, siestas, atardeceres y piel con sabor a sal.
Encontramos más paz en Kep, un encantador pueblo con edificios descorchados, soportales y terrazas de aire colonial. Ambiente pesquero, playas sin turistas, y al sur, una maravillosa Rabbit Island, un pequeño paraíso!
Pero aquellos días de playa que parecían eternos, acabaron.
Vuelvo a la ruta, y sola. Alberto se fue ya hace una semana para Bali, desde entonces, he viajado con un coleguita belga de nombre impronunciable, hiperactivo y muy divertido, con quien he compartido estos días por el sur, pero que hoy se ha ido. La compañía siempre es grata, pero tambien me apetecía disfrutar de mi soledad.
Y ahora os escribo bajo la sombra de un árbol, en mitad de la carretera de camino a Kampot, esperando a que arreglen el furgo-taxi que hasta allí me lleva, que ha petado. Llevan diez minutos discutiendo, miran 20 y trabaja 1, mientras sigue saliendo humo del capó,... jaja!
PD: Por fin llegué! Me voy a cenar cangrejo a la famosa pimienta de Kampot, y a dormir, que mañana tengo que ir a una boda, bueno e-boda! Vivan los novios!!
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Por las noches, en la famosa playa de Serendipity, los chiringuitos de palma y bambú cerca de la orilla, concentran toda la fiesta,.. música y guiris borrachos quemados por el sol,.. niños, leprosos y tullidos mendigando y pidiendo limosna,.. Os había dicho que este país esta lleno de contradicciones?
Encontramos más paz en Kep, un encantador pueblo con edificios descorchados, soportales y terrazas de aire colonial. Ambiente pesquero, playas sin turistas, y al sur, una maravillosa Rabbit Island, un pequeño paraíso!
Pero aquellos días de playa que parecían eternos, acabaron.
Vuelvo a la ruta, y sola. Alberto se fue ya hace una semana para Bali, desde entonces, he viajado con un coleguita belga de nombre impronunciable, hiperactivo y muy divertido, con quien he compartido estos días por el sur, pero que hoy se ha ido. La compañía siempre es grata, pero tambien me apetecía disfrutar de mi soledad.
Y ahora os escribo bajo la sombra de un árbol, en mitad de la carretera de camino a Kampot, esperando a que arreglen el furgo-taxi que hasta allí me lleva, que ha petado. Llevan diez minutos discutiendo, miran 20 y trabaja 1, mientras sigue saliendo humo del capó,... jaja!
PD: Por fin llegué! Me voy a cenar cangrejo a la famosa pimienta de Kampot, y a dormir, que mañana tengo que ir a una boda, bueno e-boda! Vivan los novios!!
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