Cuenta una leyenda guaraní que las cataratas de Iguazú se originaron cuando un guerrero se fugó río abajo en una canoa con una joven, lo que provocó las iras de un celoso dios de los bosques. El dios hizo que el lecho del río se desplomara enfrente de los amantes, dando lugar a las empinadas cataratas por las que cayó la joven, que al llegar a su base, se transformó en roca. El guerrero sobrevivió transformado en un árbol de contemplaba a su amada convertida en roca.
El origen geológico es más prosaico. En el sur de Brasil, el río Iguazú atraviesa una meseta basáltica que termina abruptamente por encina de su confluencia con el río Paraná. Antes de llegar a las cataratas, el río se divide en muchos canales para formar las diferentes cascadas que componen las cataratas.
Sobrecogedor.
Desde Brasil las vistas son más espectaculares porque se ven de una forma más panorámica y más salvaje. Desde Argentina se tocan y se sienten las cataratas.
Las dos vistas merecen mucho la pena, la diferencia sólo suma para contemplar este espectáculo magestusos de agua y los caprichos de la naturaleza.
En el lado argentino nos pegamos la turistada de turno y nos duchamos literalmente bajo el chorro de algunas cascadas. Salimos empapados y fresquitos para combatir los casi 40ºC que nos desafiaban hasta la desintegración.
Dejamos para el final la Garganta del Diablo, donde la fuerza, el tamaño y el ruido se unen en una cascada semicircular impresionante. Es emocionante contemplarlas pero dificil explicar o describir como son. Sólo es posible sentirlo al inclinarte frente a un abismo blanco que ciega, un rugir ensordecedor de sus aguas y una energía que te atrapa. El mundo se desvanece cuando te asomas a la Garganta del Diablo.
Dicen que los iones negativos generados por las cataratas hacen que la gente esté más feliz. Es verdad. La energía que transmiten es brutal y tiene una onda esotérica que apetece descubrir... pero tenemos poco tiempo y muchos kilómetros por delante, y la felicidad cuando Cris y yo viajamos juntas nunca falta, así que a la carretera!
20h en bus cruzando la mesopotámia argentina hasta Buenos Aires. Nos vemos en la capi!