Que se pare el mundo que me bajo

Y sí. Llega el día que toca volver. Ese día tan triste como feliz, tan odiado y a la vez, tan deseado. Dejémoslo en un día "raro". Ese día tu sonrisa es apenas una mueca, tus labios no se despegan, tu cabeza va a mil por hora. Es el instante de recuperar esos momentos que has vivido, recopilar cada experiencia y alojarla en tu lista mental, esa a la que recurrirás cuando necesites escapar de la rutina. Esas fotos que no tienen click y que están archivadas en la memoria en modo aleatorio. El viaje se convierte en una secuencia de imágenes evocadoras y soñadoras, pero sobre todo reales y vividas.

El silencio abrumador de las aguas y el abismo de Cataratas de Iguazú, las Torres del Paine desafiando al cielo, la entretenida Ruta 40, la majestuosidad del Perito Moreno y el crepitar de su hielo, la fascinante Patagonia, la enigmática Isla de Pascua, la colorida Valparaíso, el mágico Fitz Roy, la austral Ushuaia, el horizonte infinito del Salar de Uyuni, el desierto mas árido del mundo Atacama, el sagrado Machu Picchu, el caos absoluto de La Paz, el imponente Aconcagua, la inescrutable Amazonas, el mágico lago Titicaca...

Postales de Sudamérica. Postales en mi memoria.

Este ha sido el viaje de la intensidad. He recorrido 4 países en 100 días. Muchas experiencias concentradas en muy poco tiempo. En todos los lugares en los que he estado me hubiera quedado un poco más.

Intensamente sufrido. Sin más avión que el obligado para llegar a Isla de Pascua y con más de 300 horas de bus a mis espaldas. Pocos lujos. Muchas comidas y cenas en los hostales para ahorrar. Pocas juergas nocturnas aunque divertidísimas todas ellas.

Intensamente gratificante. Por el idioma. El poder comunicarme con la gente, el poder hacer preguntas y encontrar respuestas ha sido enriquecedor. Por las muchas maravillas naturales que he admirado. Y por los muchos recuerdos, experiencias vividas, gente y compañeros de viaje. Viajeros, buscadores de sueños y amigos.

Intensamente fascinante. Porque cada día vivido ha sido completamente distinto al anterior. Por la madurez viajera. La experiencia es un grado, también para saber aprovechar el tiempo mejor o más... intensamente.

Hoy es mi último día de viaje. Salgo de Máncora destino Guayaquil, Ecuador para en apenas 12 horas después aterrizar en Bogotá, Colombia antes de llegar a España. 3 países en 36 horas. Una eternidad efímera.

Feliz, de nuevo, por lo viajado, amado y vivido. Siento paz, satisfacción y sonrío. Sé que el mundo seguirá dando vueltas y mis pies seguirán recorriéndolo por mucho tiempo. Pero de momento, me bajo en la próxima parada.

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Y sí. Llega el día que toca volver. Ese día tan triste como feliz, tan odiado y a la vez, tan deseado. Dejémoslo en un día "raro". Ese día tu sonrisa es apenas una mueca, tus labios no se despegan, tu cabeza va a mil por hora. Es el instante de recuperar esos momentos que has vivido, recopilar cada experiencia y alojarla en tu lista mental, esa a la que recurrirás cuando necesites escapar de la rutina. Esas fotos que no tienen click y que están archivadas en la memoria en modo aleatorio. El viaje se convierte en una secuencia de imágenes evocadoras y soñadoras, pero sobre todo reales y vividas.

El silencio abrumador de las aguas y el abismo de Cataratas de Iguazú, las Torres del Paine desafiando al cielo, la entretenida Ruta 40, la majestuosidad del Perito Moreno y el crepitar de su hielo, la fascinante Patagonia, la enigmática Isla de Pascua, la colorida Valparaíso, el mágico Fitz Roy, la austral Ushuaia, el horizonte infinito del Salar de Uyuni, el desierto mas árido del mundo Atacama, el sagrado Machu Picchu, el caos absoluto de La Paz, el imponente Aconcagua, la inescrutable Amazonas, el mágico lago Titicaca...

Postales de Sudamérica. Postales en mi memoria.

Este ha sido el viaje de la intensidad. He recorrido 4 países en 100 días. Muchas experiencias concentradas en muy poco tiempo. En todos los lugares en los que he estado me hubiera quedado un poco más.

Intensamente sufrido. Sin más avión que el obligado para llegar a Isla de Pascua y con más de 300 horas de bus a mis espaldas. Pocos lujos. Muchas comidas y cenas en los hostales para ahorrar. Pocas juergas nocturnas aunque divertidísimas todas ellas.

Intensamente gratificante. Por el idioma. El poder comunicarme con la gente, el poder hacer preguntas y encontrar respuestas ha sido enriquecedor. Por las muchas maravillas naturales que he admirado. Y por los muchos recuerdos, experiencias vividas, gente y compañeros de viaje. Viajeros, buscadores de sueños y amigos.

Intensamente fascinante. Porque cada día vivido ha sido completamente distinto al anterior. Por la madurez viajera. La experiencia es un grado, también para saber aprovechar el tiempo mejor o más... intensamente.

Hoy es mi último día de viaje. Salgo de Máncora destino Guayaquil, Ecuador para en apenas 12 horas después aterrizar en Bogotá, Colombia antes de llegar a España. 3 países en 36 horas. Una eternidad efímera.

Feliz, de nuevo, por lo viajado, amado y vivido. Siento paz, satisfacción y sonrío. Sé que el mundo seguirá dando vueltas y mis pies seguirán recorriéndolo por mucho tiempo. Pero de momento, me bajo en la próxima parada.