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El ombligo del mundo

A 3.700 km de Chile y 4.050 km de Tahiti, Rapa Nui o Isla de Pascua es la isla habitada más aislada del mundo. Lejos de casi todo. No hay vecinos. Sólo agua.



Una isla que es Patrimonio de la Humanidad, donde la realidad y el mito se confunden. Una isla enigmática repleta de leyendas y teorías.

Una isla fácil de recorrer y conocer. Pequeña y hermosa, la Isla de Pascua posee un contorno triangular de aproximadamente 173 km2 de superficie definido por la erupción de tres volcanes principales: el Poike, el Rano Kau y el Terevaka cuya cima es el punto mas alto de Rapa Nui alcanzando los 500m, y tiene por ende, las vistas más espectaculares.


 


También es el museo al aire libre más grande del mundo, por sus impresionantes y famosos vigilantes de piedra volcánica, esculpidos en una sola pieza y que llegan a medir hasta 20 metros de altura, dispuestos en torno a la costa a modo de límite imaginario. Más de 600 Moais y 270 Ahu o altares salpican la pequeña isla de Rapa Nui, aunque sólo unos pocos siguen en pie. Labrados hace años en el interior de la isla y donde hoy permanecen muchas otras a medio acabar. El cómo se erigieron y cómo se trasladaron hasta donde hoy están es todo un misterio. También su significado ¿autroretratos de gigantescos dioses con sombrero? ¿representaciones de antepasados difuntos? ...



Sus rasgos aguileños y acusados muestran unas grandes orejas que sobresalen de sus enormes cabezas, a veces rematadas con un amplio sombrero de gran tonelaje. Algunos de ellos conservan en sus cavidades oculares placas de coral, otras están simplemente pintadas. Y todos, mantienen esa pose tan característica de sus manos sujetando la barriguita que les da un toque remolón y perezoso muy especial.


 

 

Además de los Moais, también hay acantilados de vértigo, verdes valles, playas típicas de la Polinésia de arenas blanca fina y aguas transparentes. Su gente, de rasgos también típicos de Polinésia, es afable, cariñosa y feliz. Y eso se transmite, se respira. Aman a esta isla y te hacen amarla a tí también.

 

No sólo me ha encantado la isla, tambien la gente que he conocido y con quien he compartido risas, momento geniales, cenas de sashimi fresco, excursiones, amaneceres y puestas de sol increíbles. Pero ya es hora de marchar, de cruzar ese horizonte interminable.

Un arcoiris completo y perfecto emerge desde el agua. El sol y la fina lluvia me regalan un paisaje único como despedida a la isla. Mas tarde desde la ventana del avión, aparece de nuevo y cruzamos sus líneas multicolor. Un bonito y hechizado inuendo. Un adiós tan enigmático y encantador como éste aislado paraíso en el mundo. 

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